En este cuento Tawa les otorga un pedacito de tierra a Ania y Kin para que, con su imaginación y cariño, y la ayuda de la Madre Tierra, creen ahí un lugar especial para las plantas, animales y personas.
Cuento en el que Ania y Kin, junto a sus amigos, cruzan desiertos, escalan montañas y navegan ríos y océanos para descubrir un tesoro que se esconde en un bosquecito del gran jardín de su abuelo Tawa